(Chuang-Tse)Corrían las primeras décadas del siglo XX, y el matemático alemán David Hilbert se encontraba dictando un curso. Seguramente el número de estudiantes no era muy grande, como suele ocurrir en las clases de matemática; el hecho es que, sin previo aviso, uno de ellos comenzó a faltar. Hilbert lo notó, y preguntó a los demás si sabían algo de él; fue así como le dijeron que el muchacho había dejado la matemática para dedicarse a la poesía. Con un dejo de tristeza Hilbert, el renombrado profesor, respondió: “Siempre pensé que le faltaba imaginación para ser matemá…