Abordando el acoso en las aulas

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Núria Quiñonero Sans (nuria.quinoneros@uab.cat). Psicóloga de formación, especializada en el ámbito social y en el ámbito de la educación. Actualmente curso el doctorado en Psicología de la Educación y participo en el proyecto BullyZero.

Este artículo pretende tratar la problemática del acoso escolar desde una perspectiva práctica, sin perder de vista el trasfondo teórico, atendiendo a las necesidades referidas e intentando aportar orientaciones que puedan servir a las personas profesionales de la educación.

Conceptualizando la problemática

Últimamente, venimos observando que el fenómeno social del acoso escolar, en cualquiera de sus formas, se encuentra a la orden del día y parece incrementarse a medida que transcurre el tiempo. Tanto es así que, desde 2021, se ha doblado cada curso en los institutos catalanes, según las cifras de una investigación realizada recientemente.

La inexistencia de estudios estadísticos oficiales, a nivel estatal, hasta la fecha ha dificultado el cómputo global de la prevalencia y la incidencia del fenómeno. Por este motivo, resulta difícil conocer en qué circunstancias exactas se suele dar. Sin embargo, lo que sí se ha visto en repetidas ocasiones es que afecta tanto a etapas de primaria como de secundaria y, a medida que aumentan las edades, el fenómeno decae. Asimismo, como es ampliamente conocido, las consecuencias y secuelas del acoso pueden ser severas, ya que se trata precisamente de etapas de desarrollo especialmente susceptibles. Todo esto contribuye a problematizar las situaciones de acoso escolar y a llevar el fenómeno a cuestiones institucionales. De esta forma, se hace visible la necesidad de pensar posibles intervenciones que se dirijan desde las administraciones educativas.

En mi ejercicio profesional he podido observar que, en muchas ocasiones, las personas docentes reclaman la necesidad de incorporar herramientas que puedan ayudarles a saldar la problemática, ya que tienden a verse desamparadas a la hora de lidiar con esta problemática y, en general, con los conflictos que se vuelven gravemente perjudiciales para la convivencia del centro.

¿Por qué se dan los fenómenos de acoso?

Los estudios que se han podido realizar, sobre todo desde entidades sociales, apuntan a que el alumnado percibe las situaciones de acoso. Muchas personas justifican su inmovilismo respecto a las situaciones de acoso planteándolo como problema ajeno. Sin embargo, el acoso es un fenómeno inherentemente grupal que perpetúa situaciones de violencia, de ahí que haya personas observadoras.

Conectando con esta idea y con la pretensión de responder a por qué se dan los fenómenos de acoso, no debemos olvidar que la violencia no sucede dentro del vacío, sino que es necesario contextualizarla y ubicarla para entender su origen.

En este sentido, son relevantes las asunciones y creencias culturales, ideología y prejuicios. De acuerdo con la perspectiva interseccional, estas creencias pueden verse influenciadas por los diferentes ejes de opresión (corporalidad, discapacidades, nivel socioeconómico, clase social, identidad de género, expresión de género, orientación afectivo-sexual, nacionalidad, origen, raza, religión…). También, siguiendo en esta línea, este trasfondo de cariz más ideológico se relaciona directamente con el entorno donde se desarrollan las acciones y, por tanto, con los medios, simbólicos y materiales, que se prestan como, por ejemplo, la normalización de conductas de violencia, exención de las consecuencias, un posible marco legal débil y/o confundido para esta cuestión, etc.

Recordemos que la violencia puede hacer uso de la fuerza y está en interacción con las dinámicas de poder establecidas suponiendo, siempre, una vulneración de los derechos humanos. Por esa razón, la normalización, la exposición, la exención, etc. pueden entregar un espacio a conductas violentas que debe erradicarse, ya que atenta contra los valores de la sociedad democrática asumiendo en ella el respeto mutuo, la libertad personal, la igualdad o la solidaridad.

Según la investigación, uno de los principales precedentes y pretextos del acoso es la cuestión de la corporalidad y el aspecto físico, así lo identifican tanto personas que han sufrido situaciones de acoso como personas que lo han ejercido. Esto, como señalaba anteriormente, se relaciona directamente con las creencias y prejuicios de la persona que acosa.

¿Qué formas suele adoptar la violencia?

Asimismo, sabemos que la violencia puede adquirir diversas formas de presentación como, por ejemplo, verbal, física, social y también a través de las plataformas digitales (lo que se conoce como ciberacoso), pero debe tenerse presente que siempre se expresa en el terreno psicológico, de forma constitutiva, ya que comporta sentimientos de vulnerabilidad, de inseguridad y deterioro de la autoestima frente a la posición de indefensión.

La forma de presentación suele fluctuar. También hay que decir que los tipos de agresión varían significativamente entre géneros y edades. Sin embargo, la investigación también indica que en los últimos años ha habido un auge de ciberacoso, lo que hace que nos planteemos cómo podemos educar de forma segura dentro de la era digital.

¿Cuál es el papel de los medios y las redes en ello?

El papel de los medios audiovisuales y de las redes sociales es primordial, ya que contribuyen a construir los imaginarios culturales de los niños, adolescentes y jóvenes, y forman parte de los entornos de socialización. Por este motivo, sería bueno tomar partido y fomentar valores de respeto hacia la diversidad con esta cuestión. Ante la imposibilidad de tratar directamente con la información, debe concienciarse sobre su buen uso y sobre la seguridad de los datos compartidos.

Pero… ¿Cómo abordarlo en el aula?

Teniendo en cuenta que, como he mencionado anteriormente, el acoso es un fenómeno grupal, tiene sentido abordarlo como tal, de forma colegiada y alejándonos de intervenciones individuales y referidas sólo a las personas que se encuentran en situación de víctimas. Todo esto se consigue a través de la red educativa y social que se genera en la comunidad. A continuación, se presentarán algunas orientaciones prácticas que pueden utilizarse en el ámbito educativo de la docencia:

Orientaciones prácticas desde la prevención

Las intervenciones en situaciones de acoso y ciberacoso (ya sean en referencia a la prevención, a la detección o a la intervención directa) deben conceptualizarse a partir de la normativa vigente del lugar donde se desarrolla la acción. Así pues, visto el marco legal en vigor, es responsabilidad y competencia del Gobierno y de las administraciones educativas describir las directrices y circuitos de actuación a seguir ante la problemática.

En este artículo me centro principalmente en propuestas de prevención, puesto que se trata del momento en que los centros educativos y los equipos docentes tienen un margen de actuación más amplio y transversal. Por este motivo, vale la pena volcar los esfuerzos y los recursos en prevenir conductas de acoso.

El marco teórico que precede a las propuestas de prevención se basa, como he comentado, en la normativa de la región en la que se quiera aplicar, así como en los datos de la investigación. A modo de ejemplo, hablaré del caso de Cataluña, a partir del Protocolo para cualquier tipo de violencia en el ámbito educativo (incluye la violencia por motivo de acoso), aunque muchas de las prácticas podrían ser aplicables a otros contextos, siempre considerando el marco legal del lugar en el que se opere.

1. El proyecto de centro

En primer lugar, es bueno que el centro cuente con un proyecto de convivencia actualizado que incorpore la perspectiva inclusiva. Debería recoger los valores y las actitudes a trabajar mediante la educación socioemocional, a fin de garantizar que el alumnado sea reconocedor de las propias emociones y de las ajenas, a través de la aproximación empática, y que sea capaz de gestionarlas de forma efectiva, sin apelar a la frustración y, en casos más extremos, a la violencia. Asimismo, el proyecto de convivencia debe incorporar los valores derivados de una educación centrada en la gestión positiva de los conflictos, recuperando el concepto de provención, entendido desde la conceptualización que hace la entidad Escola i Cultura de la Pau. Esta forma de encarar los conflictos y las relaciones, con uno mismo y con las demás personas, favorece el bienestar emocional y permite, al mismo tiempo, desarrollar la competencia ciudadana y social.

Al mismo tiempo, siempre resulta positivo participar en proyectos específicos sobre prevención del bullying y del ciberbullying ya que, de esta forma, se está sensibilizando y concienciando al alumnado, y éste participa en actividades desde este punto de vista. En Cataluña existe el programa #aquiproubullying, que ofrece muchas herramientas tanto de prevención como de detección e intervención, que permiten actuar de forma efectiva a los diferentes agentes educativos (no sólo en el cuerpo de profesorado, sino también en las familias).

En cuanto al cuerpo del profesorado, específicamente, es muy importante que la inclusión sea la mirada que se aboca a la educación, de forma transversal a cualquier materia, incorporando referencias que puedan ayudar al alumnado a construir un escenario representativo de experiencias y valores.

2. La formación del profesorado

Uno de los elementos esenciales y más demandados en la prevención es la formación de las personas docentes. Resulta relevante que el equipo docente se encuentre sensibilizado y comprometido con el tratamiento de la problemática, así como con las herramientas necesarias para identificar posibles indicios de acoso. Es necesario que esta formación sea a través de una mirada positiva del conflicto para facilitar herramientas y estrategias al alumnado con el objetivo de que sea competente en su gestión y, entonces, que proporcione un aprendizaje.

Al mismo tiempo, también es clave y urgente consolidar la competencia digital docente (CCD) para ser capaces de crear un entorno de ciberconvivencia. Con este propósito, el proyecto BullyZero permite acreditar la CDD haciendo uso de un simulador digital que presenta situaciones específicas de acoso y ciberacoso. La herramienta posibilita la toma de decisiones frente a este tipo de situaciones para aprender a gestionarlas efectivamente desde la posición del profesorado.

3. La gestión del aula, las interacciones con el alumnado y la acción tutorial

También es importante la gestión del aula que se realiza: por ejemplo, las metodologías participativas facilitan la interacción interpersonal (en equipo), trabajando el estilo comunicativo abierto y asertivo. Asimismo, se pueden considerar los aspectos relacionados con la organización de los espacios y la planificación de las actividades para favorecer las interacciones, así como incorporar y priorizar las medidas y soportes universales, ante las concreciones del nuevo decreto de currículum 175/ 2022.

En relación con las interacciones del alumnado, recordamos que las personas docentes son primordiales a la hora de identificar dinámicas de grupo, lo que también se puede reforzar con la confección de sociogramas o con la realización del cuestionario CESC. La acción tutorial puede tener este punto de partida, iniciando dinámicas y juegos que favorezcan la cohesión grupal y el respeto, participando en programas de tutorías entre iguales (TEI), fomentando así la ayuda mutua y la empatía. Os recomendamos visitar también los recursos de la Escuela de Cultura de la Paz (“juegos y dinámicas” y “escala de provención”).

Todo esto contribuye a crear un clima de aula distendido y positivo, un entorno seguro para el desarrollo del alumnado.

4. Conocer guías, redes de soportes y recursos a nuestro alrededor

Para tratar el tema de la sensibilización y toma de conciencia del alumnado, es relevante la difusión de guías de prevención sobre el acoso. Asimismo, como venimos observando últimamente, también es necesario abordar las especificidades del ciberacoso. Esto es, profundizar en la ciberseguridad y la ciberconvivencia estableciendo entornos seguros de participación en la red, argumentando sus motivos (p. ej. se pueden plantear visitas de profesionales en el ámbito). Siguiendo en esta línea, es importante que el alumnado conozca la red de soportes y recursos (psicológicos, emocionales, de ciberseguridad, etc.) que existe frente a las situaciones de violencia y que sepa que se trata de un recurso accesible.

Otro aspecto clave es facilitar las relaciones entre familias y escuela, a través de la implicación de estas en los procesos educativos del alumnado, estableciendo canales de comunicación eficaces y ofreciendo guías de prevención y herramientas de formación que permitan al alumnado obtener una perspectiva integral de la problemática.

Por último, pero del todo importante, es necesario que el equipo directivo, el equipo docente, el alumnado y las familias conozcan los indicadores de conocimiento o sospecha de situaciones de acoso para actuar, en su caso, de forma efectiva y eficaz (se encuentran listados por el Departamento de Educación en el Protocolo mencionado anteriormente. Localización: punto 7.1.4 de los documentos anexados, primer apartado “acoso y/o ciberacoso escolar”).

Orientaciones prácticas desde la intervención

Sigo con el ejemplo de Cataluña para ilustrar las fases respecto a la intervención educativa directa sobre los casos de acoso, una vez se ha detectado, diagnosticado y tipificado como tal y se ha iniciado la comunicación con otros agentes educativos.

  • En primer lugar, es necesaria la aplicación de las medidas de urgencias, que pretenden detener la situación de violencia en seco.
  • Seguidamente, es necesario garantizar rápidamente la protección de la persona (alumno o alumna) que ha sufrido violencia, a partir del apoyo y la asistencia a las necesidades detectadas y a la voluntad de la persona. Esta fase tiene un carácter transversal.
  • A continuación, se concretan las medidas educativas a tomar, tanto por la persona que ha sufrido la violencia como por la persona que la ha ejercido, como por el grupo-clase.
  • Seguidamente, es esencial el reconocimiento, aceptación y reparación del daño, tanto a nivel simbólico como material (en su caso). Es importante el compromiso del alumnado que ha ejercido la violencia y el traslado de este proceso al grupo-clase para que el grupo se implique en la condena de la violencia.
  • A continuación, se puede valorar si realizar prácticas restaurativas una vez finalizados los pasos anteriores. Existen numerosos recursos y tipologías de prácticas diferentes (p. ej. mediación); en función del caso se puede valorar cuál es más adecuada, siempre contando con la voluntariedad de las personas.
  • Finalmente, es imprescindible realizar un seguimiento de las valoraciones y medidas concretadas en las fases anteriores, con el fin de determinar el cierre del caso.

A modo de conclusión

A modo de clausura, quiero explicitar que este documento muestra algunas de las prácticas que se pueden utilizar para abordar el acoso y el ciberacoso escolar pero, evidentemente, el listado es mucho más amplio y específico.

Es competencia de las comunidades garantizar el éxito académico, personal y social del alumnado a través de actitudes que fomenten la convivencia, y que el desarrollo se encamine a la ciudadanía democrática y a la conciencia global.

Referencias y recursos sobre el tema

Podéis encontrar todo el listado de referencias bibliográficas del artículo. así como una gran variedad de recursos (enlaces, webs, guías y programas) y recomendaciones de libros y artículos sobre el acoso escolar en el siguiente enlace (clic aquí).