La educación afectivosexual como herramienta para prevenir la violencia

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Dra. Berta Aznar Martínez: profesora e investigadora en la FPCEE Blanquerna – Universidad Ramon Llull. Miembro de los grupos de investigación PSITIC y GRPF. | bertaam@blanquerna.url.edu 

Bases de la educación afectivosexual

En los últimos años, se ha visibilizado la relevancia de la sexualidad en el desarrollo de la persona y la importancia que tiene promover en los adolescentes una sexualidad sana para fomentar su bienestar y relaciones interpersonales saludables y satisfactorias.

La educación afectiva y sexual (EAS) es una manera de invertir en el futuro de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que les ayuda a desarrollarse como personas, a quererse, conocerse, aceptarse y amar, conocer y aceptar el resto. A través de la EAS los niños y adolescentes aprenden a expresarse de forma sana, coherente y satisfactoria y mejoran su actitud en cuanto a la igualdad de género.

El proceso de sexuación de las personas durante su vida se construye influenciado por la interacción de las estructuras sociales. Nuestra sexualidad se basa en el sexo, en los roles sociales, en los estereotipos de género, en la orientación y en la conducta sexual.

La psicología evolutiva nos muestra que el desarrollo sexual de niños, adolescentes y jóvenes tiene distintos estadios asociados a su desarrollo. Desde el nacimiento hasta los 6 años, los niños y niñas son conscientes de sus cuerpos, descubren las diferencias físicas entre hombres y mujeres.

Alrededor de los 6 años perciben que la sexualidad es un tema que las personas adultas suelen ocultar y aparece el pudor. A partir de los 11 años, el desarrollo sexual se acelera: las diferencias entre niños y niñas son cada vez más visibles y aparece cierta preocupación por los cambios que se producen. Esto ocasiona una discrepancia entre el desarrollo físico y el psicológico. A partir de los 12 años se desarrolla de forma progresiva su orientación sexual, al tiempo que se conforman y consolidan sus preferencias sexuales.

Alrededor de los 13 o 14 años empiezan a hacerse preguntas y recurren a las amistades si las madres y padres no les dan respuesta o no tienen buena comunicación con ellos. También acuden a Internet para buscar información sobre relaciones sexuales y métodos anticonceptivos. A partir de ese momento, desarrollarán su autoimagen sexual porque se ven como personas que ya pueden tener sexo y les preocupa ser atractivas. Por eso, empiezan a sentir inseguridad sobre el propio cuerpo y resultan muy sensibles a las críticas y a las opiniones de los demás. En este momento, aumentan las experiencias eróticas personales y en pareja, sienten cada vez más autonomía y mayor independencia de la familia y el grupo de amistades pasa a ser la mayor influencia.

Pasados los 18 años entran en la madurez, van ganando mayor experiencia en la forma de relacionarse con las demás personas a través de la negociación, la comunicación, el deseo, los límites y el respeto.

Para ayudar a las personas jóvenes a superar este proceso, es fundamental hablar de sexualidad de una forma positiva y saludable y ofrecer recursos y herramientas de una forma integral y global, es decir, teniendo en cuenta aspectos físicos, psicológicos y sociales, transmitiendo información y formando criterios sobre aspectos sanitarios (enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados o planificados) y al mismo tiempo sobre la afectividad, el placer y el deseo.

Retos actuales de la educación afectivosexual

Actualmente, las nuevas tecnologías favorecen la comunicación y el ocio, facilitando así el establecimiento de nuevos vínculos pero, a la vez, pueden suponer riesgos para los adolescentes cuando existe un inicio precoz en el uso de dispositivos y cuando el tiempo dedicado al espacio digital es excesivo. La participación en redes sociales y otras plataformas digitales influye en el desarrollo psicológico de los adolescentes, y la identidad digital se vuelve cada vez más relevante en la construcción de su personalidad. Actualmente, Internet a menudo se convierte en un lugar donde los adolescentes exploran formas de expresar también su sexualidad. La sexualización de la cultura fomenta prácticas de sexualización y autosexualización como forma de obtener valor social, especialmente por parte de las chicas adolescentes en las redes. Esta sexualización de la cultura y las relaciones interpersonales ha estado claramente influenciada por el consumo de pornografía tan generalizado que existe a día de hoy entre la población joven.

El gran incremento del consumo de pornografía (especialmente violenta) por parte de adolescentes cada vez más jóvenes se ha convertido en una realidad social alarmante en los últimos años. Este nuevo fenómeno ha sido reconocido como la principal amenaza para el desarrollo saludable de la sexualidad por diversos organismos internacionales como la OMS al convertirse en una de las principales fuentes de aprendizaje sobre sexo para los adolescentes. Según la UNESCO (2018), la exposición a la pornografía durante la adolescencia, momento en que la sexualidad se encuentra en pleno desarrollo, puede traducirse en problemas de salud mental, sexismo y cosificación de la mujer y violencia sexual, entre otras problemáticas. Por tanto, es imprescindible tener presentes estos retos en el diseño de cualquier propuesta de formación de EAS, para dar respuesta a las necesidades de niños, adolescentes y jóvenes en el contexto actual.

Aspectos relevantes para el abordaje de la EAS en el centro escolar

En cuanto al abordaje y enfoque de la EAS en el centro escolar, hay que tener presente que la propuesta debe realizarse a lo largo de toda la escolarización, adaptada a cada etapa evolutiva y a la edad del alumnado y, evidentemente, en todas las etapas la EAS debe basarse en la evidencia científica.

Las personas del centro y/o el personal externo que participa en la formación deben estar debidamente formadas y motivadas. Una cuestión muy relevante en el desarrollo de la EAS es que los contenidos trabajados se extraigan de manuales, para garantizar su transparencia.

Es necesario que el enfoque de la EAS en el centro escolar se articule a partir de los pilares de la autorregulación emocional, la comunicación, la motivación, la negociación, el establecimiento de límites, la supervisión parental y educativa y la autorregulación cognitiva. En cuanto a la metodología general de la EAS en el centro, esta debería basarse en cuatro momentos principales: 1) explicación, 2) debate, 3) actividad en el contexto de las sesiones formativas y 4) prácticas autónomas en la vida cotidiana.

La propuesta siempre debe incluir la participación del alumnado, sobre todo el adolescente, para que se oriente a sus necesidades, y de forma interactiva, haciendo siempre uso de un lenguaje adecuado y comprensible para la infancia y la juventud.

Además, la propuesta de EAS debe tener en cuenta la investigación sobre la cultura de pantallas (uso de dispositivos 4G y 5G y riesgos digitales que conllevan) e integrar los resultados de investigaciones realizadas en los últimos diez años.

Por otra parte, uno de los objetivos más relevantes por parte del centro debería ser la implicación de las familias en la EAS, integrando en la metodología una concepción sistémica.

El papel de las familias en la EAS

Como hemos subrayado, el desarrollo afectivo es un proceso que comienza en la primera infancia (0-3 años), en el que se establecen las primeras relaciones. La familia, como primer agente de socialización, desempeña un papel fundamental en los procesos evolutivos en todas las edades; por tanto, también en la EAS, ya que la autoestima, la percepción de uno mismo o una misma, las relaciones de apego sanas, la transmisión de modelos igualitarios y de cooperación, la adquisición de actitudes y conductas positivas, los estilos de resolución de conflictos y, por último, la educación emocional se construyen en el marco del proceso de socialización.

La familia educa afectiva y sexualmente a través de modelos de identificación, del contacto corporal, del lenguaje y la comunicación y del clima familiar. Las madres y padres tienen un papel esencial en la educación emocional, afectiva y sexual de los niños. La familia no puede «no educar» sexualmente, porque lo hace constantemente con sus palabras, actos y silencios.

Tener conocimiento sobre la evolución psicosexual y emocional de la infancia y la adolescencia, participar en la resolución de sus conflictos y realizar la función de modelo y guía a la hora de mantener unas relaciones sanas de acuerdo con sus conflictos, valores y principios puede ser un buen método para que madres y padres se impliquen en la EAS de sus hijas e hijos, sin entrar en discordancia con las enseñanzas escolares, sin miedo y desde la naturalidad.

Conclusiones

La EAS tiene por objetivo mejorar las relaciones interpersonales –afectivas, sociales y sexuales– de adolescentes y jóvenes y fortalecer su identidad personal –incluyendo, evidentemente, la sexual. De esta forma se fomentan los valores de la igualdad, la responsabilidad y el respeto a la diversidad y, por tanto, se contribuye a la disminución de todo tipo de violencias, especialmente la violencia machista.

Niños, adolescentes y jóvenes tienen derecho a una EAS de calidad que les dé herramientas para reflexionar críticamente sobre cuestiones que les atañen en el desarrollo de su sexualidad, empoderándoles en la toma de decisiones y el establecimiento de límites.

Sin lugar a dudas, el consumo de pornografía a través de las redes sociales y otras plataformas y la formación en competencias de uso responsable y seguro del espacio digital en los jóvenes, se convierte en un área prioritaria de intervención en la EAS de adolescentes y jóvenes en la actualidad.

Como cualquier reto educativo y social de gran magnitud y relevancia, para el eficaz abordaje de la EAS es necesaria la acción coordinada de todos los agentes implicados en la socialización de los más jóvenes, especialmente familias, centros educativos y Administración.

Referencias bibliográficas

Ballester, L. y Sedano, S. (2021). La implicación de las madres y los padres en la educación afectiva y sexual. En Cánovas, P.; Sahuquillo, P. y Riquelme, V. (2021). Educación, familias e infancia: desafíos y propuestas. Tirant Humanidades, pp. 221-252.

Ballester, L., Sedano, S., Aznar-Martínez, B., Cabellos, A., Lorente-De-Sanz, J., y Nadal, M. (2023). Diagnóstico sobre acceso, consumo e implicaciones de la nueva pornografía en línea en las Islas Baleares. En Milano, V. (Dir.), Estudio sobre pornografía en las Islas Baleares: acceso e impacto sobre la adolescencia, derecho internacional y nacional aplicable y soluciones tecnológicas de control y bloqueo. (28-287). Institut Balear de la Dona.